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Sahara Occidental  //  República Árabe Saharaui Democrática (RASD)

 Sahara Occidental

El Sahara Occidental (o Sahara Español) es, según la ONU, el último país que queda por descolonizar en África tras la independencia de Eritrea y Namibia. Enmarcado por la costa atlántica frente a las islas canarias y fronterizo con Marruecos, Argelia y Mauritania, sus 266.000 km² albergan una gran variedad de recursos económicos: el mayor banco pesquero del norte de África, fosfatos, multitud de yacimientos minerales y, según las últimas prospecciones, reservas petrolíferas, a lo que hay que sumar la ganadería nómada tradicional. Sin embargo, toda esta riqueza no está en poder de su legítimo dueño: el Pueblo Saharaui.

España ocupó por la fuerza el territorio en los últimos años del siglo XIX y, tras más de 100 años de presencia militar y civil, en 1976 acabó entregando su hasta entonces provincia del Sahara a Marruecos y Mauritania mediante los llamados Acuerdos Tripartitos de Madrid, firmados un año antes. Dichos acuerdos, contrarios tanto a la propia legislación española como a la legalidad internacional, están en el origen del conflicto actual. Las posiciones actuales de Marruecos y España se basan en estos acuerdos. Mauritania, por su parte, no mantiene ninguna reclamación sobre el Sáhara Occidental, una vez que, perdida la guerra contra el Pueblo Saharaui, se retirara del territorio.

En la actualidad, en el territorio ocupado por Marruecos viven unas 275.000 personas, la mayoría no originarias: colonos, policías, y militares (120.000) marroquíes. La población se concentra en las principales ciudades: El Aaiún (capital), Dajla, Bojador y Smara (la ciudad santa). La población originaria saharaui vive bajo un régimen de terror y discriminación étnica en el que los beneficios de la explotación incontrolada de los recursos naturales no recae en los habitantes sino en un pequeño grupo de empresas marroquíes controladas por la familia real y algunas transnacionales.

La parte que Marruecos no controla se sitúa al este del muro defensivo que divide el territorio de norte a sur. En esta zona, conocida como territorios liberados, al margen de algunos nómadas y de la presencia del ejército del Frente POLISARIO (ELP) no encontraremos más que los millares de minas sembradas por el ejército marroquí para proteger su muro. Se calcula que otras 200.000 personas viven en el exilio, la mayoría en los campamentos de población refugiada que gestiona el Frente POLISARIO en la zona argelina de Tinduf.

El citado muro defensivo es el resto más notorio de la guerra de liberación nacional que libró el Frente Popular de Liberación de la Saguia el Hamra y el Río de Oro (Frente POLISARIO) desde su fundación en 1973, primero contra la ocupación española y luego contra Mauritania y Marruecos. Se extiende a lo largo de más de 2.500 Km. y fue construido con la ayuda de Israel, EEUU y Arabia Saudí entre 191 y 1986 para contener las incursiones del ejército saharaui en las posiciones marroquíes. Además, del equipamiento logístico y tecnológico militar, se calcula que sus alrededores albergan 7.000.000 de minas.

Al este del muro y en los campamentos de refugio la población el Frente POLISARIO mantiene la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) que proclamó el mismo día que España abandonó definitivamente el territorio. La República está reconocida por 81 estados de todo el mundo y la ciudadanía, a pesar de las precarias condiciones de vida que impone el exilio, goza de un alto grado de libertad y protección social.

Aunque la guerra no ha terminado, las dos partes en conflicto que reconoce la ONU ( el reino de Marruecos y el Frente POLISARIO) mantienen un alto el fuego desde 1990, con la intención de facilitar el referéndum de autodeterminación que España dejó inconcluso. A pesar del despliegue de una Misión de Naciones Unidas para el Referéndum en el Sáhara Occidental (MINURSO) tanto en los territorios ocupado como en los liberados y de que, tras largos años de trabajo se halla establecido un censo de votantes, el referéndum sigue paralizado por la negativa de Marruecos.

Todo esto ocurre por la desidia de la Comunidad Internacional ante la violación sistemática de los compromisos y resoluciones sobre el conflicto y el apoyo económico y político incondicional que recibe Marruecos de países como Francia y España. Mientras tanto la población saharaui refugiada debe soportar unas penosas condiciones de vida y quienes viven en los territorios ocupados sufren diariamente torturas, desapariciones forzada, toda clase violaciones de sus derechos más elementales y una discriminación étnica que constituye un auténtico genocidio. ¿Hasta cuándo?